Selah: Un encuentro para sanar
- CCI Jóvenes
- 21 may 2024
- 3 Min. de lectura
«Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. Selah»
Salmos 32:7 NVI

Absolutamente todos en la vida hemos atravesado situaciones de sufrimiento: problemas económicos, de salud, familiares, etc. Si nos analizamos, ¿Qué hacemos en estas situaciones? ¿Qué pensamos? Sobre todo, ¿A quién o a qué acudimos cuando tenemos un problema?
¡Qué difícil es tener que perdonar a quien nos hizo daño! ¡Qué duro es ser agradecido cuando estamos sufriendo! Uno de los procesos más complicados que vivimos como cristianos es aprender a despojarnos de los sentimientos negativos como el odio, el rencor o el sufrimiento. Definitivamente, qué tarea tan difícil.
Quizás, una de las razones por las que nos cuesta tanto hacer esto se debe a que, cuando iniciamos una nueva vida en Cristo creemos que todo será perfecto. Pero querido amigo(a), esto para nada es así. Es más, probablemente se te vengan más crisis encima ya que Satanás intentará molestarte. Pero recuerda esto: Dios tiene un propósito para todo (Jn 16:33).
Job encontró la respuesta
Encontramos en el libro de Job la historia de alguien intachable, recto, temeroso de Dios y apartado de todo mal (Job 1:1). Con esa introducción, cualquiera podría pensar que tuvo una vida «perfecta», desde el entendimiento humano. Pero no fue así. Si bien es cierto que al final recibió restauración en abundancia, en el medio hubo calamidad y dolor, por pedido de Satanás.
Primero, despojado de sus bienes materiales y de sus hijos (Job 1:13-19); luego sometido al dolor físico (Job 2:7), lamentando el día de su nacimiento (Job 3:1-3) y recibiendo reproches de sus amigos quienes estaban seguros de que algo había hecho para merecer ese sufrimiento...
Y sí; ante tanta presión, Job cuestionó a su Dios (Job 16). Así como muchos de nosotros, emitió juicio desde el entendimiento humano entre el bien y el mal, afirmando que los malos prosperan.
Ahora bien, ¿Cómo es que este hombre pudo dejar atrás todo ese sufrimiento? He aquí la clave: un Selah, un encuentro real con Dios en donde recibió un baño de Su sabiduría.
Es así como, ante una exposición de Dios sobre las maravillas que ha creado y de quien Él es realmente, Job comprende que es insignificante e incapaz de responderle al Señor. Entendiendo que ÉL no está para darnos una respuesta a nuestras quejas producto de nuestros lamentos; ÉL es en sí mismo la respuesta y la paz que sobrepasa todo entendimiento en Cristo Jesús (Fil 4:7).
De manera que, luego de incluso haberse quejado, fue un arrepentimiento genuino y ese encuentro real con Dios lo que llevó a Job a darle una respuesta de agrado al Señor, para después recibir una restauración del doble de sus posesiones y una bendición que le permitió morir anciano hasta ver a cuatro de sus generaciones.
Vemos que Job tuvo una pausa en su vida, su encuentro real con el Señor en medio del dolor, de la angustia y del sufrimiento. Y aunque nosotros mismos podríamos vernos reflejados en esta historia cuando pasamos una adversidad, es necesario ver hacia donde apunta este relato, y no es a otro más que a quien sufrió a causa de nuestra maldad: Cristo Jesús.
Gracias a Jesucristo podemos tener nuestro encuentro real con el Padre: «Jesús le dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí. Si ustedes me hubieran conocido, también hubieran conocido a Mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto”» (Juan 14:6-7 NBLA).
Tener ese encuentro real con el Padre nos enseña que, incluso en los momentos difíciles encontramos razones para agradecer. De hecho, lo puedes hacer ahora mismo: haz una breve pausa de esta lectura. Respira profundamente, retén el aire, cierra los ojos… Exhala, agradece. Selah.
En definitiva, para ser sanados es imprescindible tener ese encuentro real con el Padre mediante Cristo Jesús. Esa es la única cura para quienes son Sus hijos. Él nos espera ansioso para sanar nuestras heridas, y para que finalmente, al igual que Job podamos decir: «De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos» (Job 42:5 NVI).
«Bendita la crisis que te hizo acercarte al Señor».
— Hanns Rodríguez
«Miren que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron. Han oído de la paciencia de Job, y han visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo y misericordioso».
Santiago 5:11 NBLA
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